USO UTÓPICO II
Por Cecilio Olivero Muñoz
       A  un país no sólo se le puede querer cantando, también se le debe querer  desde la práctica. Digo esto, por que cuando visito el Perú, no con  asiduidad, más cuenta me doy del amor que sienten los peruanos por su  patria, en la práctica y en la teoría. 
     El Perú es un país que se destruye y se  reconstruye constantemente. Debido a los huaicos, los terremotos, los  maremotos (tsunamis), los desastres que sufre este país, debido a ello,  este país se inventa y se reinventa cada cuatro años. Cada mandatario un  nuevo gobierno, cada nuevo gobierno una nueva política, cada nueva  política un nuevo país, cada nuevo país un Perú, que es mil Perús en uno  solo. En este país, que goza de Sierra, Selva y Costa, se vive el día a  día, se trabaja desde la hondura, se hace al futuro desde sus  ancestrales auroras. Este país, país de César Vallejo, José Watanabe,  Ciro Alegría, José María Arguedas, Mario Vargas Llosa, existe un honor,  un deber a la patria, una fuerza descomunal, un patriotismo que a veces  peca de excesivo chovinismo, aunque es verdadero amor lo que el peruano  siente por su patria, rica y altiva patria. 
         El peruano revive desde sus vísceras,  crea un Perú, este se destruye y crea otro nuevo, este se re-destruye e  inmediatamente se crea otro país desde las ruinas del anterior, por  ello, existen miles de Perús en uno solo. Por que este país, país de  combis (que están desapareciendo lentamente), país de buena gastronomía,  país del chullo, la hoja de coca y el poder huanco, país que es uno  solo, que como un dulce yaraví colorido trasmite una miscelánea  sumergida e interior, que florece de entre sus tierras ancestrales y  llega al interés que la lógica del misterio descifra o no, como un  descifrador de enigmas imposibles y opacidades por hacerse visibles,  este país guarda paraísos por encontrarse. País de altitudes imposibles,  país del Machupicchu, y el señor de Sipán, país de los huaqueros, y los  Mochicas, país de las líneas de Nazca, país de la selva amazónica, país  de Churín y Huancahuasi, país de lazos fraternales con España, país  nuevo y país viejo, país peruano, tierra perucha, tierra divina,  inmortal y enigmática. Las veces que he viajado al Perú, que han sido  tres veces, he encontrado siempre un Perú nuevo. Tenemos, o nos llegan  aquí noticias muy de vez en cuando. Noticias siempre penosas, sobre  desastres o sobre sus políticos embaucadores y mentirosos. Pero es un  país, no sólo rico por sus riquezas materiales (materias primas,  minerales, energías orgánicas e hidrocarburos), sino rico por sus  gentes, por su respeto y grandes lazos con la Madre Patria, rico por su  cultura y rico por su diversidad cultural, por su fauna, por su flora, y  por sus tierras sumergidas, por sus otras nuevas tierras que emergen, y  las nuevas y las viejas costumbres se unen para ser un país con  embrujo, misterio y que guarda tantas maravillas para los sentidos como  vidas por las que ha sobrevivido de la anterior. 
   Quizá ustedes no sepan que el Perú es el  país con más diversas clases de orquídeas del planeta, quizá ustedes no  sepan que el Perú posee una gastronomía que está haciendo furor en el  mundo entero, y quizá ustedes no sepan que el Perú disfruta de ser la  gente más hospitalaria de este mundo (a mi parecer). 
     Hace unos días ha salido a la palestra la  noticia de que el dictador Fujimori goza de privilegios en la cárcel en  que reside, debido a dádivas que el gobierno actual le está otorgando.  No es de extrañar que entre gobernantes, unos a otros se tapen la boca, y  unos a otros, también, se la destapen. Para que el Perú avance sería  necesario que renovara no sólo su clase política, sino su poder  judicial. El Perú, siendo un país con muchas más materias primas que  todo Europa unida, es de extrañarse conocer que es un país con deuda  externa, y un país con un paro y un déficit terrible. El peruano está  acostumbrado a que el país se desplome, y con las mismas, levantarlo. Es  un país que ha empezado desde cero infinidad de veces. Ya desde tiempos  anteriores al de los conquistadores, Perú en su variedad de culturas,  era un país que  edificaba, y estas edificaciones las enterraba, las  abandonaba, por miles de razones, y creaba nuevas edificaciones, nuevos  templos, nuevas raíces. Siempre ha sido un país que edificaba encima de  lo ya edificado. Como prueba de esto, les presento las siguientes  fotografías.
        Es la prueba evidente de que la fuerza  del sentido de supervivencia del peruano, y las contradicciones a las  que están sometidos, unidas estás, al carácter de su gente, esperanzada  como indestructible, dúctiles pero con principios de acero, inacabables  como temperamentales, es decir, es un pueblo, el peruano, superviviente  en todo lo que emprende. El peruano saca fuerzas desde lo imposible,  reinventa constantemente, e inventa una nueva alegría en la que ser  feliz, y convivir con sus circunstancias. Miren la proeza y visiten el  Perú. No se arrepentirán, créanme.
 Cecilio  Olivero      Muñoz es poeta y fotógrafo.






















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